Muchas personas se preguntan cómo mejorar la consolidación ósea tras una fractura o después de someterse a una cirugía para retirar material de osteosíntesis. Aunque los especialistas en Traumatología siempre afirman que es muy importante la cirugía de precisión y una fisioterapia avanzada, también existen otros factores que ayudan a que los huesos se curen mejor tras una fractura, siendo un ejemplo la alimentación.
Durante el proceso de consolidación ósea los tejidos necesitan energía, proteínas y minerales, que deben aportarse a través de una alimentación correcta. Además, varios estudios han demostrado que los suplementos nutricionales también pueden favorecer el proceso de recuperación. Así, con una dieta saludable, equilibrada y llena de nutrientes es más que suficiente.
Una dieta remineralizante y antiinflamatoria bien diseñada es básica para recuperarse tras una operación. Una correcta nutrición también ayudará a tener un sistema inmunológico fuerte y prevenir así infecciones, una de las complicaciones más temidas tras una operación.
Existen una serie de sustancias que ayudan en el proceso de curación:
Una dieta pobre en proteínas hace disminuir la proliferación de células cartilaginosas y la actividad osteoblástica. Es importante un consumo equilibrado de proteínas, siendo de elección las opciones magras y con alto valor biológico. Una de las fuentes más importantes de proteínas es el pescado azul de tamaño pequeño. Es muy conveniente durante el proceso de recuperación, contiene calcio, ácidos grasos omega 3 y vitamina D, todos básicos para la consolidación ósea.
Son grasas muy importantes con propiedades antiinflamatorias que tienen un papel básico en la disminución de la inflamación durante la recuperación. Además, tienen un importante efecto para evitar la osteoporosis y mejoran la mineralización ósea. Algunos de los alimentos que contienen omega 3 son las semillas de lino o el pescado azul.
Es el oligoelemento que tenemos con más abundancia en los huesos. Tienen mayor riesgo de fracturas los pacientes con bajos niveles de zinc. Además, es un mineral básico para que el sistema inmunológico sea fuerte, participando en la división y crecimiento de las células y la cicatrización.
Es esencial para absorber el magnesio y el calcio. Su obtención es natural, es decir, el cuerpo la produce a través de la piel con la exposición solar. Sin embargo, en caso de déficit, el pescado azul es una fuente muy rica en ella.
Es necesaria para la coagulación de la sangre y la maduración de la osteocalcina, una proteína de la matriz ósea. La vitamina K con origen alimentario necesita las sales biliares para que se absorba en el intestino, por lo que las personas con obstrucción biliar pueden tener riesgo de sufrir carencias. Por otra parte, la flora intestinal también es producida automáticamente por la vitamina K. Tras largos periodos con antibióticos es importante valorar sus niveles. Las acelgas, las espinacas, la achicoria, el brécol y las lechugas son alimentos ricos en vitamina K.
Es una vitamina esencial para la síntesis del colágeno, constituyente básico de la matriz del hueso, además de ser un potente antioxidante. Se encuentra en las naranjas, mandarinas, limones, brécol y tomate.
Es el mineral principal del hueso y básico en su proceso de consolidación. Sin embargo, necesita del resto de nutrientes para que sea absorbido y fijado en el hueso. Si se consume de forma aislada no funciona en casos de déficit del resto de componentes que participan en su metabolismo. Las principales fuentes de calcio son las algas, el sésamo, el pescado azul, las verduras que tienen hoja verde, las avellanas, las almendras o la soja.
Es importante elaborar un plan nutricional donde estén todos estos nutrientes, adaptándolo a las necesidades de cada paciente teniendo en cuenta el peso, la edad, el tipo de intervención quirúrgica que se le ha realizado u otros requerimientos metabólicos concretos. De esta manera se conseguirá una correcta recuperación y una consolidación ósea más fuerte.
Fuente prinicpal: www.topdoctors.es